miércoles, 1 de febrero de 2012

DEVOCIONAL - Por: Griselle Trujillo Cardona

“Será como árbol plantado junto a las corrientes de las aguas; que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace prosperará”- Sal. 1:3. Estudiemos- todos los textos en el devocional

¿Deseará Dios que seamos personas exitosas?  Algunos cristianos piensan que como personas piadosas no deben preocuparse por tener éxito. Justifican su posición alegando que para lograr éxito en la vida tienen que establecer “metas”, planificar estrategias, y que Jesús mismo dijo que no nos preocupemos por el día de mañana, sino que estuviéramos contentos en todas las cosas- Mt. 6:25-36.  Jesús dijo eso, es cierto, pero esa palabra no tiene nada que ver con el éxito, o la excelencia en el cumplimiento del plan de Dios para nuestras vidas.

En ningún lugar de la Biblia se nos recomienda que no crezcamos, o que no seamos exitosos; por el contrario, todos los hombres que fueron considerados “amigos de Dios”, fueron hombres prósperos, exitosos en todo lo que hacían, fueron bendecidos y fueron de bendición a otros. Por ejemplo; Noé consagró toda su vida y recursos para lograr una meta-Gn. 6:6 al 8:22. Dios le había pedido que construyera una embarcación apta para navegar en el mar. Dios le dio las instrucciones específicas para la construcción. Noé obedeció, y como premio a su  obediencia, salvó la raza humana de su extinción.

Podemos señalar el ejemplo de David-1 Samuel 17 al 18:16. Cuando David se enfrentó a Goliat, era apenas un muchachito campesino al que nadie conocía, porque tan sólo era un pastor de ovejas. Pero con pasión, quiso honrar el Nombre de Dios delante del pueblo de Israel y de todos los enemigos. ¿Cuál fue su recompensa? La recompensa por enfrentarse al gigante era, nada más y nada menos, que casarse con la hija del rey. Por su celo, Dios lo honró y le dio la victoria, pasando inmediatamente de ser, un desconocido pastor, a ser el guerrero más estimado en el ejército de Israel.

Pero fue Pablo, el personaje bíblico más orientado al éxito. Desde el momento en el que tuvo su encuentro con Jesús, camino de Damasco, Pablo, se distinguió por su elevada motivación. Pablo utilizó cada minuto de su vida para conocer a Jesús, difundir el Evangelio y establecer el Reino. Filipenses 3:8-11, Col. 2:2. Podemos decir con seguridad, sin temor a equivocarnos que ni Pedro, ni Juan, ni ninguno de los otros discípulos que anduvieron con Jesús, día y noche, mañana y tarde, llegaron a conocer a Jesús como lo conoció Pablo. Ciertamente Pablo fue mucho más exitoso que los demás, porque se fijo una meta clara y precisa y vivió para llegar a ella.

¡Sí, Dios quiere que seamos exitosos, que nos fijemos metas suyas y las alcancemos! Dios quiere que confiemos que Él premiará nuestro trabajo, proveyendo todo lo que necesitemos en el camino. Sobre todo, Dios quiere que al alcanzar el éxito, le demos toda la gloria a Él. Demos gracias por el éxito que ya está asegurado en Cristo.

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