martes, 5 de abril de 2011

Gadafi desautoriza el plan de paz con el que sus hijos intentaban sustituirlo


«Como la OTAN no intervenga, esta noche los tenemos en Ajdabiya», fueron las últimas palabras de Kemal Mughrabi antes de que fuertes explosiones le obligaran a subirse en su «pickup» y salir hacia la primera línea, justo en la dirección inversa que cientos de furgonetas llenas de milicianos que abandonaban el frente en pleno pánico. El empuje gadafista hizo retroceder a las fuerzas rebeldes hasta las puertas de Ajdabiya, a escasos 180 kilómetros de Bengasi, y volvió a dejar patente que el treinta por ciento de la capacidad militar del régimen que la OTAN asegura haber destruido desde el inicio de la misión internacional sigue siendo insuficiente para abrir el camino a los rebeldes por tierra. «Son muchos y tienen suministro de armas y municiones desde Sirte. La OTAN es lenta. Ya que no les bombardean, ¿por qué no les cortan al menos la logística?», se preguntaba Ahmed en la puerta oeste de Ajdabiya en la que muchos rebeldes optaban por frenar su huida a la espera de los bombardeos salvadores que en las últimas jornadas no se han producido, lo que ha provocado críticas contra la OTAN.

El propio jefe militar de los rebeldes, el general Abdelfatah Yunes, aseguró con contundencia que «la OTAN nos ha dececepcionado, no nos ha ofrecido lo que necesitábamos y está dejando a las fuerzas de Gadafi matar a los libios». En una conferencia de prensa, Yunes matizaba: «Si la OTAN espera otra semana más, no habrá ya nada en Misrata. Será un crimen que deberán cargar sobre sus espaldas».

Gadafi tampoco descuida el flanco político. El líder libio salió al paso de los «planes de paz» que planteaban la posibilidad de ser sustituido por su hijo, Saif al Islam —apoyado por su hermano Saadi— con una de sus espectaculares apariciones públicas, montado en un todoterreno que apenas podía avanzar al quedar bloqueado por sus más fieles seguidores. Aparición que fue seguida por el categórico mensaje de Mousa Ibrahim, portavoz del Gobierno, que definió al coronel como «una figura de unión nacional» que «impide que Libia se convierta en otra Somalia». Ante la creciente presión internacional y las fisuras en la cúpula del sistema, sin embargo, Ibrahim mostró la disposición del régimen a aceptar «cualquier sistema político, cualquier cambio: Constitución, elecciones, cualquier cosa, pero el líder es quien tiene que sacar esto adelante. Esa es nuestra convicción».

Esta es la respuesta oficial a las informaciones que situaban a Saif al Islam como pieza clave para dirigir la transición. Mientras su padre se daba un baño de masas subido en un todoterreno, Saif concedió una entrevista a la cadena BBC en la que explicó que la salida del ministro de Exteriores, Musa Kousa, del país se debió a «motivos de salud» por tratarse de una persona «vieja y enferma».
Ventas de petróleo

Pese al retroceso en el campo militar, los rebeldes recibieron con los brazos abiertos el anuncio de la llegada de los primeros barcos a Tobruk para reanudar la exportación de petróleo. Una noticia que supondrá una importante inyección económica para la compra de armas con las que esperan ganar por tierra una gana imposible de vencer sólo desde el aire.

Porque la OTAN anunció ayer que ha reducido la capacidad de fuego del ejército libio en un 30 por ciento, pero el caso es que pese a los bombardeos aliados los rebeldes siguen retrocediendo. desde el comienzo de los ataques autorizados por el Consejo de Seguridad de la ONU hace 15 días, según reveló el general canadiense Charles Bouchard, comandante de las operaciones militares de la OTAN en Libia.

El general holandés Mark Van Umh, jefe de operaciones en el cuartel general de Mons (Bélgica) negó que la cadencia de los ataques contra las fuerzas de Gadafi haya disminuido desde que la OTAN se ha hecho cargo de la operación. Aunque es un hecho que el 75 por ciento de los cazabombarderos aliados regresan con su munición intacta. La Alianza atribuye su menor cadencia de ataques al mal tiempo de los últimos días y a las reglas de enfrentamiento que les impiden atacar un blanco «si se pueden causar víctimas civiles».

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