jueves, 28 de abril de 2011

Los hermanos de Cristo

TRAS la vorágine semana santera y una multitud que valida la tradición un año más, sin cuestionarla, me empleo en lecturas sobre los orígenes del cristianismo. "Y viniendo a su patria, les enseñaba en la sinagoga, de manera que, atónitos, se decían: ¿No es este el hijo del carpintero? ¿Su madre no se llama María y sus hermanos Santiago y José, Simón Y Judas? Sus hermanas ¿no están todas entre nosotros?" (Mt 13, 54-56). "Vinieron su madre y sus hermanos, y desde fuera le mandaron llamar. Estaba la muchedumbre sentada en torno a Él y le dijeron: ahí fuera están tu madre y tus hermanos, que te buscan" (Mc 3, 31-35). "Dijéronle sus hermanos: Sal de aquí y vete a Judea para que tus discípulos vean las obras que haces" (Jn 7, 2-4). Son sólo tres de los numerosos pasajes donde aparece la familia carnal de Cristo en los evangelios canónicos. Lucas, en la Natividad, dice: "Estando allí se cumplieron los días del parto y María dio a luz a su hijo primogénito". Si Cristo hubiera sido hijo único no cabría usar este calificativo, obviamente. 

Pese a que todas las iglesias cristianas aceptan la verdad histórica sobre los hermanos de Jesucristo, la católica se empeña en demostrar todo lo contrario -con una arquitectura argumental muy poco creíble- y proclama una virginidad vitalicia para María. Y aunque los evangelios no atesoran el menor rigor histórico, en asuntos como éste, donde no pretenden construcción doctrinal alguna, aportan una información neutra que no debe andar muy lejos de la verdad de los hechos. 

Los estudios históricos más fiables apuntan a que los primeros seguidores de Cristo constituían una especie de secta familiar que nunca pretendió escindirse del judaísmo oficial; tenían una visión apocalíptica y veían a Jesús como el Mesías, del que esperaban su regreso llegado el momento del fin de los tiempos. Tras la crucifixión, Santiago "el Justo", el hermano de Jesús que le seguía en edad, asumió el gobierno del grupo, constituyendo una especie de Sanedrín donde el apóstol Pedro era la segunda autoridad. En el 62 d C, el sumo sacerdote Ananás martirizó y ejecutó a Santiago. La comunidad judeo-cristiana marchó a Pella, donde se escogió un nuevo líder: Simón, primo hermano de Jesús. Figuraban también en la toma de decisiones, al parecer, los nietos de Judas, hermano menor del Mesías. El levantamiento judío contra los romanos culminó en el 70 d C con el holocausto que, a manos de Vespasiano, arrasó toda Palestina, no quedando apenas vestigios de esta primera secta. Seguidores posteriores de Cristo, que habían huido a otros lugares de influencia helénica, fundaron un nuevo cristianismo con Saulo de Tarso a la cabeza y redactaron los textos del Nuevo Testamento. Pero eso es ya otra historia.

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